By ¿Cuántas veces te has enojado sin saber bien por qué? ¿O has guardado lo que sientes por miedo a dañar al otro? En una relación, las emociones no solo se viven… también se contagian. Y si no se gestionan, pueden intoxicar lo que al inicio parecía puro.
Gestionar emociones en pareja es una especie de danza: a veces uno lleva el ritmo, otras veces hay que detenerse a escuchar la música del otro. No se trata de estar siempre bien, sino de saber sostener los momentos difíciles sin apagar el amor.
En una discusión, el enojo puede venir acompañado de tristeza, y la ansiedad, de una necesidad de cercanía. Sin embargo, muchas veces reaccionamos sin explorar lo que hay debajo. El verdadero reto no es evitar emociones intensas, sino entenderlas y hablarlas.
Los vínculos más fuertes no se construyen desde el silencio emocional, sino desde la capacidad de ser vulnerables. Cuando una pareja aprende a decir “esto me dolió, pero quiero entenderlo contigo” en lugar de “ya no me importa”, está construyendo desde la conciencia.
Pedir ayuda no es señal de fracaso. Ir a terapia, leer juntos, aprender sobre emociones… todo eso puede cambiar por completo la manera en que dos personas se acompañan. Porque amar, en el fondo, también es un proceso de sanación.
