Después de meses resistiendo bombardeos rusos, Ucrania tomó la iniciativa con un ataque que dejó al descubierto algo impensable: la vulnerabilidad de las fuerzas rusas dentro de su propio territorio.
Usando 117 drones relativamente baratos, Ucrania asegura haber destruido 41 bombarderos rusos, incluidos muchos que lanzaban misiles sobre ciudades ucranianas. Según Kyiv, los daños ascienden a 7.000 millones de dólares. ¿Lo más impactante? Atacaron hasta bases aéreas en Siberia, lo que demuestra que ni lo más profundo de Rusia está a salvo.
Ucrania atacó bases aéreas en el interior de Rusia. Ucrania llevó a cabo ataques con drones contra bases aéreas en Rusia el domingo. Según el Servicio de Seguridad de Ucrania, todos los objetivos, excepto uno en Ukrainka, fueron alcanzados. Algunas de las bases están a miles de kilómetros de la frontera entre Rusia y Ucrania.

Este movimiento no solo tiene un impacto militar. Cambia el ánimo, la narrativa y el simbolismo de la guerra. Ucrania, que parecía a la defensiva, ahora demuestra que puede golpear con precisión y eficacia, justo cuando más lo necesitaba: en plena incertidumbre por el apoyo internacional y en medio de conversaciones de paz congeladas.
Además, los ucranianos están mejorando sus defensas. En el mismo fin de semana repelieron el mayor ataque de drones rusos hasta la fecha: 472 Shahed lanzados, de los cuales bloquearon 382. Una hazaña que muestra avances en tecnología y estrategia.
¿Podrá Rusia seguir aparentando control cuando ni sus propias bases son seguras? La guerra aún no termina, pero una cosa es clara: Ucrania sabe cómo dar golpes que duelen —y mucho—.