By A cuatro décadas del asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena, el narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero ha comparecido finalmente ante la justicia estadounidense. Con las manos esposadas a la espalda, el “narco de los narcos” ingresó este viernes a un tribunal federal en Brooklyn para declararse “no culpable” de crimen organizado y tráfico de drogas.
El proceso no solo revive uno de los episodios más oscuros en la relación entre México y Estados Unidos, sino que también ocurre en un momento clave: la Casa Blanca presiona con medidas comerciales para que México frene el tráfico de fentanilo, mientras el Departamento de Justicia evalúa si los 29 narcotraficantes recientemente extraditados podrían enfrentar la pena de muerte o ser catalogados como terroristas.
La fiscal Saritha Komatireddy no dejó dudas sobre la postura de Washington: “Después de 40 años, el hombre que asesinó al agente especial de la DEA Enrique Camarena está aquí para hacer frente a la justicia estadounidense”. Además, subrayó que Caro Quintero es “responsable de la muerte de muchos estadounidenses” y lo calificó como uno de los jefes del narcotráfico más peligrosos del mundo.
Mientras el juicio avanza, las tensiones entre ambas naciones crecen. Con la amenaza de nuevos aranceles a las importaciones mexicanas, la administración estadounidense endurece su postura, reforzando la idea de que el combate al narcotráfico trasciende las fronteras y tiene consecuencias políticas y económicas.
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