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Por Frida Rebollar.
La guerra comercial entre Estados Unidos y Canadá se intensifica tras el anuncio del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 50% a las importaciones de acero y aluminio canadienses. La medida, que entra en vigor este miércoles, busca presionar a Ottawa para que elimine los elevados impuestos a productos lácteos estadounidenses.
Trump expresó su descontento a través de redes sociales, donde señaló que los aranceles canadienses a lácteos, que oscilan entre el 250% y 390%, son “atroces” y deben ser eliminados de inmediato. Además, anunció que podría declarar una “Emergencia Nacional de Electricidad” en las áreas afectadas por la disputa comercial.
El mandatario también amenazó con elevar sustancialmente los aranceles a los automóviles canadienses a partir del 2 de abril si Ottawa no elimina otras restricciones comerciales que considera injustas. La medida podría afectar gravemente a la industria automotriz y a los consumidores en ambos países.
Los expertos advierten que esta nueva escalada arancelaria podría traer consecuencias económicas significativas, encareciendo productos manufacturados en EE.UU. que dependen del acero y aluminio canadiense. Además, existe el riesgo de represalias por parte de Canadá, lo que podría agravar aún más la situación.
Este conflicto comercial pone a prueba la relación entre dos de los socios comerciales más importantes de América del Norte y podría tener repercusiones en el futuro del comercio bilateral.
