¿Has escrito a alguien con quien tenías una conexión especial y, de un momento a otro, nunca obtuviste respuesta? Tal vez fuiste víctima del ghosteo. Este fenómeno moderno de relaciones, que parece ir en aumento, refleja el lado más frío de la era digital: cortar lazos sin decir palabra.
Aunque muchas veces se piensa que el ghosteo solo ocurre en relaciones casuales, también se presenta en vínculos serios o en etapas avanzadas de la relación. Y lo más preocupante: cada vez se normaliza más.
Para muchas personas, ser ghosteado puede provocar sentimientos de ansiedad, culpa, inseguridad o incluso llevar a cuestionarse su propio valor. Al no recibir una explicación, la mente tiende a llenar los vacíos con suposiciones, muchas veces dolorosas o erróneas.

Desde una perspectiva psicológica, el ghosteo puede ser una forma de evitación emocional. En vez de enfrentar una conversación difícil o dar cierre a una relación, se elige la invisibilidad como vía de escape. Pero esta falta de responsabilidad emocional tiene consecuencias. No solo afecta a quien lo vive, también deteriora la calidad de las relaciones humanas y fortalece un ciclo de desapego y deshumanización.
Aprender a cerrar ciclos de manera consciente, con comunicación y respeto, es una de las formas más sanas de relacionarse. Porque aunque la tecnología nos permita desaparecer en un segundo, ser honestos sigue siendo el acto más humano.