El antiguo y solemne proceso para elegir al Papa
El cónclave es el procedimiento formal mediante el cual la Iglesia católica elige a su nuevo Papa, una tradición cargada de historia, simbolismo y secreto. Este evento se realiza tras la muerte o renuncia del pontífice en funciones, y reúne a los cardenales de todo el mundo en un ambiente de oración y deliberación.
La palabra “cónclave” proviene del latín “cum clave”, que significa literalmente “con llave”. Esto alude a la práctica, que se remonta a la Edad Media, de encerrar a los cardenales en un lugar específico —actualmente la Capilla Sixtina, en el Vaticano— hasta que logren ponerse de acuerdo en la elección de un nuevo Papa. Durante este tiempo, se encuentran completamente aislados del mundo exterior.

El proceso sigue normas estrictas: los cardenales emiten su voto de forma secreta en sucesivas rondas. Si nadie alcanza la mayoría necesaria (dos tercios), las papeletas se queman y el humo negro que sale por la chimenea indica que aún no hay decisión. Cuando finalmente se elige un Papa, se produce humo blanco, señal de que la Iglesia tiene un nuevo líder.
Aunque el mundo ha cambiado drásticamente desde que se instauró esta práctica, el cónclave se ha mantenido prácticamente igual por siglos. Su carácter cerrado y solemne subraya la importancia del momento: no se trata solo de una elección, sino de un acto espiritual y de profunda trascendencia para los fieles católicos de todo el planeta.
