By En un mundo donde el romanticismo parece haberse digitalizado, el anillo de promesa aparece como un acto íntimo y poderoso. No tiene que ver con la presión social ni con los pasos tradicionales del amor, sino con un nuevo lenguaje afectivo que las parejas están construyendo por sí mismas.
Un anillo de promesa puede representar muchas cosas: compromiso, amor a distancia, reconstrucción después de una crisis o incluso un pacto de respeto y cuidado mutuo. Lo bello es que no responde a ningún estándar, sino que toma forma según la historia que cada pareja escribe.
Muchas personas creen que es solo para jóvenes, pero cada vez más adultos también eligen este símbolo como una forma de fortalecer el vínculo sin necesidad de una propuesta matrimonial. Algunos lo ven como un recordatorio diario del amor que están construyendo y otros lo comparan con un amuleto: algo que acompaña, guía y protege.
En palabras del terapeuta de parejas Esteban Dávila:
“Es un símbolo emocional que valida lo que sientes y lo que están construyendo juntos. Es una especie de promesa silenciosa que grita: tú me importas, y quiero que lo sepas cada día”.
Este anillo no tiene que costar miles. Lo verdaderamente valioso es que tiene un significado construido entre dos personas que deciden cuidarse, elegirse y respetarse.
