El ascenso de Lee Jae-myung: de obrero fabril a presidente en tiempos de crisis

El ascenso de Lee Jae-myung: de obrero fabril a presidente en tiempos de crisis

Seúl, Corea del Sur – A sus 60 años, Lee Jae-myung está a punto de convertirse en presidente de Corea del Sur, cerrando un ciclo de lucha personal y política que comenzó en la pobreza, pasó por la fábrica y terminó en el Parlamento, resistiendo cuchillos, soldados y acusaciones.

La victoria del candidato del Partido Demócrata, proyectada con un 51,7 % de los votos, no solo representa un giro político tras la crisis de la ley marcial, sino también el culminante retorno de una figura tan combativa como controversial.

Hijo de una familia humilde, Lee trabajó desde niño, sufrió lesiones laborales y estudió derecho por las noches hasta convertirse en abogado de derechos humanos. Fue alcalde de Seongnam y gobernador de Gyeonggi antes de enfrentarse en 2022 a Yoon Suk Yeol, quien lo venció por un estrecho margen. Dos años después, Lee no solo está de vuelta: sobrevivió a un intento de asesinato en enero, y semanas más tarde protagonizó un acto de valentía al ingresar al Parlamento para enfrentar la ley marcial declarada por Yoon.

En campaña, recorrió el país tras un cristal blindado y con chaleco antibalas. Prometió reformas estructurales, cambios constitucionales, y un equilibrio diplomático entre Estados Unidos, China y Japón. También apostó por la reconciliación con Corea del Norte, sin renunciar a una política firme en derechos humanos.

Sin embargo, Lee llega al poder rodeado de sombras. Se enfrenta a múltiples procesos judiciales por corrupción y declaraciones falsas, que él asegura tienen una motivación política. Aun así, logró movilizar a un electorado cansado del caos, deseoso de un liderazgo claro.

“El pueblo habló alto y claro”, dijo el líder interino del Partido Demócrata, Park Chan-dae, quien calificó el resultado como un “enérgico juicio contra el régimen insurgente”.

Corea del Sur abre un nuevo capítulo con un presidente que encarna la resiliencia personal y el riesgo político. Su tarea ahora es gobernar con prudencia, sanar divisiones y estabilizar un país que, hasta hace poco, bordeaba el autoritarismo.

Related Articles