La frontera entre arte y delito parece haberse difuminado para las autoridades migratorias de Estados Unidos. Artistas mexicanos relacionados con géneros como el corrido tumbado y el narcocorrido están enfrentando una oleada de rechazos en sus solicitudes de visa de trabajo, lo que ha obligado a la cancelación de giras y presentaciones ya confirmadas.

Declaración de Julión Álvarez
La política migratoria, endurecida en los últimos meses, ha afectado a figuras como Julión Álvarez, quien nuevamente se ve impedido de presentarse en EE.UU. “Ya no está en mis manos”, dijo el cantante en un mensaje a sus seguidores. Cabe recordar que en 2017, Álvarez fue señalado por el gobierno estadounidense por supuestos vínculos con el narcotráfico, aunque él siempre negó las acusaciones y logró volver a los escenarios internacionales… hasta ahora.
Otro caso que generó controversia fue el del grupo Los Alegres del Barranco, que proyectó imágenes de capos del crimen organizado en uno de sus conciertos en Jalisco. Esta acción fue interpretada como apología del delito, lo que derivó en la revocación de sus visas de trabajo y de turista por parte del Departamento de Estado de EE.UU.
Ambiente actual de la música actual
En el ámbito de la música comercial, Espinoza Paz también habría sido rechazado por las autoridades migratorias desde hace tres años, según reveló la influencer “Chamonic3”. El veto no se limita a músicos: el comediante Carlos Bonavides fue deportado en 2017 tras intentar trabajar en EE.UU. con una visa de turista, según reportó Dallas News.
Para algunos expertos, este panorama evidencia una tendencia preocupante: la criminalización del contenido musical. Si bien ciertos géneros pueden retratar realidades ligadas al crimen, la interpretación de dichas expresiones como apología directa plantea una disyuntiva entre la libertad creativa y la seguridad nacional.