Por María Carrillo
En un mundo digitalizado, donde las largas jornadas frente a pantallas son la norma, el sedentarismo se ha convertido en un problema alarmante para la salud global. Más allá de lo visible, la inactividad prolongada afecta gravemente tanto el cuerpo como la mente.
Efectos del sedentarismo en la salud física
El sedentarismo es más peligroso de lo que parece. Al permanecer sentado por periodos prolongados, se reduce el flujo sanguíneo, lo que puede desencadenar problemas cardiovasculares como hipertensión, colesterol alto y enfermedades del corazón.
Además, fomenta la acumulación de grasa abdominal, que está relacionada con inflamación crónica y enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2. Según especialistas, esta inactividad incrementa también el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como el de colon, mama y endometrio, debido a los efectos negativos de la inflamación en el ADN.
Consecuencias en la salud mental y emocional
El impacto del sedentarismo no solo es físico. Estudios realizados durante la pandemia de COVID-19 evidenciaron un vínculo directo entre la inactividad y un aumento en los niveles de ansiedad y depresión.
Por otro lado, afecta la función cognitiva. Las personas mayores sedentarias tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia, ya que la falta de movimiento disminuye el flujo sanguíneo al cerebro, afectando su funcionamiento.
Vida sexual y descanso: otros afectados por la inactividad
Un aspecto menos conocido del sedentarismo es su impacto en la vida sexual. Estudios indican que el sobrepeso y la falta de ejercicio pueden contribuir a la disfunción eréctil y reducir la concentración de espermatozoides.
Asimismo, la inactividad está vinculada a problemas de insomnio y mala calidad del sueño. Las personas que no realizan actividad física regularmente tienen más interrupciones durante la noche, mientras que quienes adoptan hábitos activos gozan de un descanso más profundo.
Rompe con el sedentarismo y cuida tu bienestar
La buena noticia es que combatir los efectos del sedentarismo no requiere esfuerzos extremos. Actividades sencillas como levantarte de tu silla, caminar, estirarte o realizar ejercicios ligeros durante el día pueden marcar una gran diferencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada semanalmente. Este pequeño cambio en tu rutina puede protegerte contra enfermedades graves, mejorar tu estado de ánimo y aumentar tu calidad de vida.
En conclusión, no permitas que el sedentarismo tome control de tu salud. Moverse más no solo prolongará tu vida, sino que también te permitirá disfrutarla plenamente.