El Papa Francisco, fallecido este lunes de Pascua a los 88 años, dejó en claro su deseo de no ser enterrado en la Basílica de San Pedro. En su lugar, pidió descansar en la Basílica de Santa María la Mayor, rompiendo una tradición de casi 150 años en la Iglesia Católica.
En su autobiografía Esperanza, publicada en enero de 2025, el pontífice explicó que la iglesia romana dedicada a la Virgen María había sido su refugio espiritual durante todo su papado. Francisco mencionó que quería ser sepultado cerca de la estatua de la “Regina della Pace”, frente a la cual oró cientos de veces.

A diferencia de sus predecesores, Francisco también solicitó evitar ceremonias majestuosas. Su voluntad fue clara: un adiós humilde, fiel a su estilo cercano al pueblo y alejado de la pompa vaticana.
Esta decisión convierte a Francisco en el primer papa en más de un siglo en no ser sepultado en San Pedro. Antes de él, otros siete papas entre los siglos XII y XVI eligieron Santa María la Mayor como su morada final.
La basílica, ubicada a unos kilómetros del Vaticano, es uno de los templos más antiguos y emblemáticos de Roma, conocida por sus mosaicos del siglo V y su importancia espiritual para millones de fieles.
