Por María Carrillo
La magia del cine muchas veces se esconde en los detalles, y la adaptación de 2005 de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ dirigida por Tim Burton es un ejemplo perfecto. Aunque la mayoría de las películas modernas utilizan efectos especiales y CGI para crear escenas complejas, Burton decidió tomar un camino diferente para una de las secuencias más emblemáticas de la película: la escena de las ardillas. En lugar de animación digital, el director eligió entrenar a 40 ardillas reales, dedicando 19 semanas a esta tarea titánica.
El entrenamiento detrás de la magia
Entrenar a las ardillas fue un desafío monumental. El entrenador Michael Alexander y su equipo comenzaron por hacer que los animales se sintieran cómodos con los humanos. Luego, las llevaron al set para enseñarles a realizar la acción específica de recoger nueces y colocarlas en un bol metálico. Aunque algunas ardillas no mostraron interés en las nueces y otras no entendieron la tarea, el equipo perseveró, y la escena resultó ser un éxito que añadió un toque de realismo mágico al filme.
Una adaptación que respetó la visión de Roald Dahl
El esfuerzo de Burton por evitar el CGI en esta escena refleja su compromiso con la autenticidad y su deseo de respetar el legado de Roald Dahl, quien nunca estuvo satisfecho con la versión cinematográfica de 1971. La elección de Burton para dirigir la película fue respaldada por los herederos de Dahl, en parte debido a su aversión compartida por la adaptación anterior y su éxito con James y el melocotón gigante.
La escena de las ardillas: un ejemplo de dedicación cinematográfica
La escena de las ardillas no solo es memorable por su ejecución, sino también por lo que representa: un compromiso con la creación de un mundo de fantasía que se siente real y tangible. En un tiempo donde el CGI es la norma, esta decisión artística de Burton demuestra que a veces, la paciencia y la habilidad pueden superar la tecnología.