Por Samantha Guerrero
Más de 40.000 personas se reunieron este martes frente al Parlamento de Nueva Zelanda en Wellington, concluyendo una histórica hīkoi (marcha pacífica) que recorrió el país durante nueve días. La protesta se inició en rechazo a un controvertido proyecto de ley que propone reinterpretar el Tratado de Waitangi, firmado en 1840 entre colonizadores británicos y el pueblo maorí, considerado el documento base para las relaciones raciales del país.
Un proyecto de ley divisoria
La propuesta legislativa, impulsada por el partido político ACT, busca definir legalmente los principios del Tratado para ajustarlos a una sociedad multicultural moderna. Según David Seymour, líder del partido y autor del proyecto, su intención es garantizar la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, independientemente de su origen. “Todos los neozelandeses deben disfrutar de los mismos derechos básicos, sin importar si sus ancestros llegaron hace mil años o ayer” , afirmó Seymour.
Sin embargo, líderes maoríes y defensores de los derechos indígenas consideran que la propuesta pone en riesgo la protección de los derechos maoríes garantizados por el Tratado, profundizando la desigualdad. “Están tratando de quitarnos nuestros derechos fundamentales”, denunció Stan Lingman, activista maorí.
Una protesta histórica
La hīkoi movilizó a miles de personas, convirtiéndose en una de las mayores marchas en la historia del país. La reina maorí, Ngā Wai hono i te pō, encabezó la delegación hacia el Parlamento, mientras los manifestantes portaban banderas maoríes y entonaban cánticos en defensa del Tratado.
El evento también incluyó una demostración cultural sin precedentes: miembros del Parlamento realizaron un haka, la emblemática danza maorí, para expresar su oposición al proyecto. Este momento se volvió viral en redes sociales, destacando la tensión y el simbolismo detrás de la protesta.
Opiniones Enfrentadas
El proyecto ha dividido al gobierno. Aunque el primer ministro Christopher Luxon, miembro de la coalición gobernante, aseguró que no apoyará la ratificación, las discusiones continúan. “No creemos que se puedan reescribir 184 años de historia de un plumazo” , declaró Luxon, quien garantizó que la ley no será aprobada en su segunda lectura dentro de seis meses.
Por otro lado, líderes maoríes como Debbie Ngarewa-Packer, del Partido Maorí, acusaron al gobierno de promover divisiones raciales. “Es vergonzoso que un país progresista como Nueva Zelanda esté permitiendo este ataque a los derechos indígenas” , expresó.
El Legado Maorí en Juego
Para muchos manifestantes, esta marcha no fue solo un acto político, sino una declaración cultural y generacional. Rose Raharuri Spicer, quien participó en la hīkoi junto a sus hijos y nietos, enfatizó: “Este no es solo un tratado; es el legado de nuestros nietos. Alterarlo sería un error”.
La marcha, que incluyó a neozelandeses de diversos orígenes, envió un poderoso mensaje sobre la importancia de proteger los derechos indígenas como un pilar de la identidad nacional.
La protesta dejó claro que el futuro del Tratado de Waitangi no solo implica un debate legal, sino también una reflexión profunda sobre el equilibrio entre tradición, multiculturalidad e igualdad. A medida que se acercan nuevas discusiones parlamentarias, Nueva Zelanda se enfrenta al desafío de decidir cómo honrar su historia mientras construye un futuro más inclusivo.