Menos coche, más pedales: Cómo el transporte que eliges impacta en tu salud

Menos coche, más pedales: Cómo el transporte que eliges impacta en tu salud

Por María Carrillo

La rutina diaria nos empuja a repetir el mismo esquema cada mañana: despertador, desayuno, ducha, ropa… y salir de casa. Pero lo que realmente influye en nuestra salud física y mental a largo plazo no es solo el destino, sino cómo llegamos allí. Un reciente estudio de la Universidad de Glasgow revela que los ciclistas y peatones presentan mejores indicadores de salud que aquellos que se desplazan en coche o transporte público. ¿La razón? El ejercicio físico regular, como caminar o andar en bicicleta, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y problemas de salud mental. En cambio, los conductores y usuarios de transporte público mostraron mayores tasas de mortalidad y hospitalización.

El 45% de los europeos, según el Eurobarómetro de 2022, afirma no practicar deporte debido a la falta de tiempo. Sin embargo, integrar la actividad física en el trayecto al trabajo puede ser una solución eficaz. Moverse de forma activa, como caminar o pedalear, permite incorporar el ejercicio sin necesidad de añadir horas extras al día.

El desafío de las políticas públicas

El estudio también señala que los ciclistas no superan a los demás grupos en un aspecto: la hospitalización por accidentes de tráfico. Esto subraya la importancia de contar con carriles bici seguros y políticas que incentiven el transporte activo. Como señala Bruce Whyte, uno de los autores del estudio, las decisiones políticas influyen directamente en los hábitos de transporte. Invertir en carreteras fomenta el uso del coche, mientras que priorizar el transporte público y las infraestructuras para ciclistas y peatones incentiva los desplazamientos sostenibles.

La paradoja del coche

A pesar de los beneficios evidentes de caminar o ir en bicicleta, el uso del coche ha aumentado en las últimas décadas. En España, más del 61% de las personas utilizan su coche para ir al trabajo, mientras que solo un 17% camina y apenas un 10% se desplaza en bicicleta. Este fenómeno responde tanto a la distancia entre hogar y trabajo como a factores socioeconómicos. En ciudades como Ámsterdam, el uso del coche no está vinculado necesariamente a los ingresos, lo que demuestra que el diseño urbano y las políticas públicas juegan un papel clave.

Coche vs. ciudad: Un dilema urbano

Jeff Speck, director de la consultora Speck Dempsey y autor del libro Walkable City, destaca cómo las ciudades con alta densidad poblacional, como Madrid o Barcelona, fomentan los desplazamientos a pie o en transporte público, en contraste con el modelo suburbano de Estados Unidos. El uso del coche, lejos de ser una manifestación de libertad, nos aísla socialmente, nos sumerge en atascos y aumenta el estrés. Como señala Speck, los automóviles convierten los trayectos en competiciones por espacio, donde los demás conductores no son compañeros, sino rivales.

La salud mental también cuenta

Además de los beneficios físicos, el transporte activo puede mejorar el bienestar mental. Un estudio de 2014 mostró que caminar o pedalear para ir al trabajo no solo mejora el estado de ánimo, sino que reduce el estrés. En contraste, los viajes en coche están asociados con el aislamiento y el aumento de la agresividad, fenómenos que pueden derivar incluso en violencia, como sugiere un estudio de 2018 que vincula los atascos nocturnos de Los Ángeles con un aumento en los casos de violencia doméstica.

El cambio de mentalidad hacia un futuro sostenible

Cada vez más personas reconocen los beneficios de una vida urbana densa, donde el transporte activo es la norma. La cultura popular también refleja este cambio. Mientras que antes la televisión glorificaba los suburbios, series actuales y discursos, como el de Taylor Swift sobre Nueva York, alaban las ventajas de una ciudad donde el coche no es necesario.

La forma en que nos desplazamos tiene un impacto directo en nuestra calidad de vida, y a medida que avanzamos hacia un futuro más sostenible, parece claro que el coche perderá terreno frente a alternativas más saludables y amigables con el medio ambiente. La pregunta es: ¿estamos listos para cambiar los atascos por pedales?

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