Por María Carrillo
En cualquier tienda o supermercado, las llamativas latas de bebidas energéticas capturan la atención de muchos, especialmente jóvenes. Con sabores que van desde el mango hasta la sandía, estas bebidas prometen aumentar la concentración, combatir el cansancio y mantener el cuerpo alerta. Sin embargo, detrás de esta imagen vibrante y tentadora, se esconde un conjunto de riesgos que no siempre son evidentes para el consumidor.
Las bebidas energéticas contienen altas dosis de cafeína, taurina y otros estimulantes, a menudo en cantidades superiores a las que se encuentran en una taza de café. Por ejemplo, mientras una taza de café tiene aproximadamente 100 mg de cafeína, una lata de medio litro de estas bebidas puede contener hasta 160 mg. Este “empuje” extra no es gratuito: la ingesta frecuente y en grandes cantidades de bebidas energéticas está relacionada con problemas de salud como el insomnio, palpitaciones, ansiedad, y en casos extremos, problemas cardíacos.
Un dato alarmante es que los adolescentes son los principales consumidores de estas bebidas. Según el estudio ESTUDES, casi el 48% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha consumido bebidas energéticas en el último mes. Aunque los casos de intoxicación severa son raros, los efectos acumulativos de su consumo sostenido pueden tener consecuencias graves a largo plazo.
Expertos en salud, como el neurólogo Chema González Echevarri, subrayan que el consumo de estas bebidas durante la adolescencia, una etapa crucial para el desarrollo cerebral, puede tener efectos negativos en la salud mental. El cerebro joven es más vulnerable a los estimulantes, lo que podría aumentar la predisposición a padecer ansiedad, insomnio y problemas cardíacos, incluso en personas sin antecedentes de salud. Además, las bebidas energéticas no solo impactan el sistema nervioso, sino que también están relacionadas con el aumento del riesgo de obesidad, diabetes y problemas metabólicos debido a su alto contenido de azúcar.
Otra preocupación creciente es la mezcla de bebidas energéticas con alcohol, una práctica cada vez más común entre los jóvenes. Esta combinación puede enmascarar los efectos del alcohol, lo que lleva a un consumo mayor de este tóxico, con graves consecuencias para la salud.
Los especialistas coinciden en la necesidad de educar más a la población, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros que conlleva el consumo excesivo de estas bebidas. Aunque no es necesario alarmarse, es fundamental que los consumidores comprendan que, detrás del impulso momentáneo de energía, puede haber un costo para su salud física y mental que no siempre es evidente a corto plazo.