La reciente decisión de Donald Trump de nombrar a Elon Musk para liderar un “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE) ha generado preocupaciones sobre posibles conflictos de interés. Junto con Vivek Ramaswamy, ex candidato presidencial, Musk fue seleccionado para encabezar esta iniciativa que buscaría reducir las regulaciones federales, y cuyo nombre, “DOGE”, es una referencia a la criptomoneda Dogecoin, en línea con el humor del empresario.
Este nombramiento plantea desafíos éticos, ya que Musk es director general de Tesla, SpaceX y otras compañías con contratos y regulaciones que dependen en gran medida del gobierno federal. Tesla, por ejemplo, recibe incentivos fiscales y opera bajo estrictas normas de seguridad automotriz, mientras que SpaceX mantiene acuerdos multimillonarios con la NASA. Además, Musk lidera empresas como la red social X, la startup de inteligencia artificial xAI, la compañía de implantes cerebrales Neuralink y la empresa de túneles Boring, todas conectadas a distintas regulaciones del gobierno.
Especialistas en ética, como Ann Skeet del Centro Markkula de la Universidad de Santa Clara, han señalado que el papel de Musk podría influir directamente en decisiones gubernamentales que favorezcan a sus propias empresas. Por otro lado, Richard Painter, quien fuera abogado de ética de la Casa Blanca durante el mandato de George W. Bush, explicó que si este departamento operara oficialmente como una agencia del gobierno, Musk violaría las leyes de conflicto de interés a menos que se separe de sus negocios o se abstenga de intervenir en temas que involucren sus empresas.
El vínculo entre Musk y el gobierno de Trump se ha fortalecido, con el empresario aportando alrededor de 200 millones de dólares para respaldar la campaña presidencial. Además, su constante relación con figuras políticas internacionales, como el presidente argentino Javier Milei y la primera ministra italiana Giorgia Meloni, subraya su creciente influencia en la política global.
La comunidad política espera con atención los siguientes pasos en la implementación del “DOGE”, mientras continúan los cuestionamientos sobre cómo Musk podrá equilibrar sus roles como empresario y figura de impacto en decisiones que podrían beneficiarlo directamente.