Por Sofia Swindall
Los microplásticos, partículas diminutas de plástico que miden menos de 5 milímetros, se encuentran en muchos de los productos que consumimos a diario. La organización Environmental Working Group (EWG) estima que el consumo de estas partículas, procedentes de envases y otros productos de uso común, podría ascender a entre 3 y 12 bolsas de plástico al año. Están presentes no solo en lo que comemos y bebemos, sino también en el ambiente que nos rodea.
Consecuencias para la salud
Investigaciones recientes han revelado que los microplásticos han sido encontrados en la sangre y los tejidos humanos, lo que genera preocupación sobre sus posibles efectos en la salud. Un estudio de la Universidad Libre de Ámsterdam identificó microplásticos en el torrente sanguíneo, lo que sugiere que estas partículas podrían acumularse en órganos y causar daño con el tiempo. Aunque aún se necesita más investigación, los primeros hallazgos ya apuntan a riesgos importantes.
Microplásticos y enfermedades cardiovasculares
Un estudio de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli ha mostrado que los microplásticos pueden depositarse en las arterias, específicamente en las placas ateroscleróticas. Este hallazgo es clave, ya que conecta la exposición a microplásticos con posibles complicaciones cardíacas, siendo un factor de riesgo que no se había considerado antes.
Cómo protegerse de los microplásticos
Aunque evitar los microplásticos por completo es una tarea complicada, podemos reducir nuestra exposición adoptando medidas sencillas. Cambiar los recipientes plásticos por alternativas de vidrio, evitar el uso de plásticos en el microondas y optar por tablas de cortar de materiales como la madera son algunas de las formas más efectivas. Sin embargo, los expertos subrayan la importancia de políticas más estrictas que limiten el uso excesivo de plásticos a nivel industrial.