Brasil vetó recientemente la entrada de Venezuela al grupo de economías emergentes BRICS, rechazando una última petición del presidente venezolano, Nicolás Maduro, para incluir a su país en la categoría de “país asociado”. Este rechazo, confirmado por fuentes oficiales, refleja la compleja relación entre ambos países, que Brasil ha calificado como “poco amistosa” en el contexto actual.
El bloque BRICS, que originalmente integraba a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha ampliado su alcance con nuevas incorporaciones recientes como Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía. En una cumbre celebrada en la ciudad rusa de Kazán, los miembros del grupo consensuaron una lista preliminar de trece países que podrían convertirse en “asociados”, entre los cuales figuran Argelia, Bolivia y Turquía, pero no Venezuela.
Maduro, en un intento por revertir esta exclusión, buscó el respaldo del presidente ruso, Vladímir Putin, lo que intensificó la postura de Brasil en contra del ingreso venezolano, provocando un profundo malestar en Caracas. En respuesta, la Cancillería venezolana expresó su descontento, describiendo el veto brasileño como un acto “hostil” e “intolerante”, y criticando a Brasil por imitar actitudes de exclusión típicas de los países occidentales.
El trasfondo de esta situación se agrava debido a que Brasil no reconoce la reciente reelección de Maduro, cuestionada tanto por la oposición venezolana como por la comunidad internacional. Brasil, en colaboración con Colombia y México, ha buscado mediar en el conflicto entre el gobierno de Maduro y sus opositores con el fin de alcanzar una solución a la crisis política en Venezuela.
Por su parte, Rusia dirigirá las próximas consultas con los nuevos países asociados para completar formalmente su entrada al grupo BRICS, que continúa explorando alternativas para consolidar su expansión global.