By Por Vannia Carmona
La ansiedad es una experiencia humana común y natural, pero cuando se vuelve crónica o desbordante, puede afectar significativamente la salud mental y física.
Uno de los principales ámbitos donde la ansiedad impacta es el cerebro, considerado el epicentro de nuestras emociones y experiencias. Según el psicólogo general Pedro Reyes, la ansiedad es definida en psicología como un estado emocional caracterizado por preocupación, nerviosismo y aprensión frente a situaciones percibidas como amenazantes o estresantes. Aunque esta respuesta tiene una función adaptativa al alertar sobre posibles peligros y prepararnos para enfrentarlos, su persistencia a largo plazo puede tener efectos negativos profundos.
El especialista, con maestría en neuropsicología, explicó que la exposición prolongada al estrés y la ansiedad puede generar cambios estructurales y funcionales en el cerebro, particularmente en regiones clave como el hipocampo, asociado a la memoria y el aprendizaje, y la amígdala, responsable del procesamiento emocional. Estos cambios incluyen una disminución del volumen del hipocampo y una alteración en la actividad y conectividad entre la amígdala y la corteza prefrontal, lo que dificulta la regulación emocional y el control de los impulsos.
Reyes citó estudios recientes, como el de Smith et al. (2023), que han demostrado mediante técnicas de neuroimagen que la ansiedad crónica afecta la plasticidad cerebral, dificultando su capacidad de adaptarse a nuevas experiencias. Además, investigaciones como la de García et al. (2024) exploran la relación entre la ansiedad y la neurogénesis, el proceso de formación de nuevas neuronas, observando cómo el estrés crónico inhibe esta actividad en el hipocampo, contribuyendo al desarrollo de trastornos de ansiedad.
El experto subrayó la importancia de diferenciar entre la ansiedad adaptativa, que es útil en situaciones estresantes, y la ansiedad crónica, que a largo plazo puede ser perjudicial. Entre sus efectos negativos se incluye un aumento sostenido del cortisol, la hormona del estrés, que daña la plasticidad cerebral y afecta la función cognitiva.
Para mitigar el impacto de la ansiedad, Reyes recomendó estrategias como la práctica de mindfulness, meditación, actividades al aire libre, yoga y técnicas de respiración diafragmática. También destacó la relevancia de mantener una adecuada higiene del sueño, establecer límites saludables en la vida personal y laboral, y fomentar la inteligencia emocional para manejar eficazmente las emociones.
